"Como cada uno ha recibido un regalo, utilícelo para servir a los demás como buenos administradores de la gracia variada de Dios"
1 Pedro 4:10
Administradores de la Iglesia
Los administradores de los dones de Dios no son beneficiarios pasivos. Cooperamos con Dios en nuestra propia redención y en la redención de los demás. También estamos obligados a ser administradores de la Iglesia, colaboradores y colaboradores en la continuación de la obra redentora de Jesucristo, que es la misión esencial de la Iglesia. Esta misión, proclamar y enseñar, servir y santificar, es nuestra tarea. Es responsabilidad personal de cada uno de nosotros como administradores de la Iglesia. Todos los miembros de la Iglesia tienen sus propios roles que desempeñar en el cumplimiento de su misión:
Padres, que cuidan a sus hijos a la luz de la fe;
Los feligreses, que trabajan de manera concreta para hacer que sus parroquias sean verdaderas comunidades de fe y fuentes vibrantes de servicio a la comunidad en general;
Todos los católicos, que brindan un generoso apoyo (tiempo, dinero, oraciones y servicio personal de acuerdo a sus circunstancias) a los programas parroquiales y diocesanos ya la Iglesia universal.
- Carta pastoral de los obispos de Estados Unidos sobre la administración
"As each one has received a gift, use it to serve one another as good stewards of God's varied grace"
1 Peter 4:10
Stewards of the Church
Stewards of God's gifts are not passive beneficiaries. We cooperate with God in our own redemption and in the redemption of others. We are also obliged to be stewards of the Church—collaborators and cooperators in continuing the redemptive work of Jesus Christ, which is the Church's essential mission. This mission—proclaiming and teaching, serving and sanctifying—is our task. It is the personal responsibility of each one of us as stewards of the Church. All members of the Church have their own roles to play in carrying out its mission:
Parents, who nurture their children in the light of faith;
Parishioners, who work in concrete ways to make their parishes true communities of faith and vibrant sources of service to the larger community;
All Catholics, who give generous support—time, money, prayers, and personal service according to their circumstances—to parish and diocesan programs and to the universal Church.